viernes, 26 de febrero de 2016
La Otra Rosa
El nombre de la flor en el rostro y sobre
ella un tatuaje. La ciudad de la esquirla en el
ghetto y sobre las celulas, organos de hierro como
cayendo de los arrecifes. Un poco màs allà un
edificio. El mismo fue construido sobre
miles de hormigueros.
Plasticos juglares de espuma que se sedimentan.
Boinas de semidioses que empurpuranse.
Lamparas donde sòlo el brillo del fuego puede
pronunciar ancestralidad.
Selvas de maniaticas escalinatas por donde el
paso vuelve a los truenos por las grietas de algo
semejante al sueño. Selvas por donde el acero
enhebra un dìa igual a la voluntad en las hojas. En
los papiros que hoy celebran la idiosincracia
o la identidad de una pantera como quien escupe
de manera celeste en una estela.
En el ir.
Hojarasca de hiel en el musgo.
Bastiones de cera en una de las ultimas funciones del
mar en un anfiteatro.
Construcciones atìpicas antes de un lustro donde
se embarran los proscenios con sendas cordilleras de
desvanecencia.
Poros a travès de los cuales cae un vapososo helio
encerrado en la temperatura del sudor.
Giros de las uñas convirtiendose en hipodromos.
En felinarios azules que cuelgan.
De un infinito paìs colgado de
otra rosa.
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