jueves, 25 de febrero de 2016

Una Superficie del Mundo





La palabra encierra por un momento al
espacio. Luego lo hace con sus silabas. En estas
se halla el tiempo y las obsidiana mostrando alguna
de sus cartas en los promontorios. Las alas son
aún nictalopes en cada uno de los huesos.

Gestos anonimos de un grito enseñando su
rostro en la oscuridad. Planeadores que se estrellan
contra los árboles. El grito allí pertenece al tronco
y los fuselajes. Aguardo el del hombre en las
palmeras de una tijera. Sus sonidos entre
la orilla cuando gritan buscando todo aquello 
que amaron.

Regiones de bicicletas para que las ruecas despierten
silenciosas como la brillantes de un escrúpulo. Lo extraño 
es que una bicicleta no es un escrúpulo. Mucho menos
un fulgor con el cual pudieran emerger 
hacia dimensiones donde las catalinas aprendieron a formar
un circulo en las llantas. Los hombres sólo las llenaron
de oxido.

Regiones de bicicletas formando limites.
Troncos de las cuales los ojos arrancan abstracciones.
Sentidos de un pensamiento que se aleja entre el movimiento
de la luz en un ancla. En un reino de bozales.

Donde la arquitectura del mundo se convierte en una hoja
precipitandose sobre las estelas de las madreselvas.






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