jueves, 11 de febrero de 2016
Los Buitres Purpuras
La ciudad vuelve a brillar en los pozos. La era de
los mandamientos luce entre figuras purpuras
sus buitres.
Aquellos que erigieron cartones, vuelven
de un instante entre sedientos hidrògenos.
Es fantastico el trineo que asciende de un segundo
con la escarlarta sobra de una avispa.
Los pàjaros conviertense en kilometros.
El hollìn vuelve al peso de una marejada.
Historias de fortines son iluminados por
hogueras irracionales y entre las causas, se
liberan escencias de idilios.
Cada uno posee ahora un mimetismo de azucar.
Se alimentan amatistas de agujas.
Crudos silencios de carne descubiertos por
la oraciòn en un santuario y la sentencia extraña
del zòcalo.
Brìos de soledad extienden la creaciòn de un silencio
que es transformado en acacia, en opalo, en mundo que
deja de parecerse a la lumbre o el aguila.
La ciudad vuelve a perderse en un brillo. Hecho
por el cual va a diferir ciegamente de las sombras.
Trepamos los barriles para encontrarnos con
el vacìo. Nos topamos con una escritura hecha de
ceniza verde en los bosques.
Ahora es cuando nos toca mirar entre la
hiedra.
Donde toda hoja se convierte en jinete.
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