viernes, 19 de febrero de 2016

Anfiteatros Extraños





Una estructura de palomas.
Callejones de niebla y en un talisman la caida
de la llamarada, atravesada
por un pàjaro de barro.

Circunferencias al final de la noche junto a 
un ovulo. Dìas boreales escribiendo de un inmenso cometa.
Su pulso era allegado al de una diana.

Barajas de porcelana entonces encerradas en un cefiro.

Tropos de caucho entre la plastilina. El neumàtico 
junto al banco de claveles adquiriendo la forma de una
diminuta albufera. Yo sè -sin embargo- de algo
en esa naturaleza siempre tan distante.

Esferas de cuchillos y para la rotaciòn esa gravedad
de humo, anhelando el confìn en una plaza. En una agitarse
de invisibles espejos en una ventana donde los tejidos
llevaban un poco de agua, un antiguo caracol y un alfil
en sus hilos de extraños anfiteatros.

Supremacias de oxigeno en la hora donde
las cosas delimitan el himno en la hierba, dorado
por la sombra de los pètalos.

Isocronìa de cabellos.
Plural de una noche entre los dromedarios
estructurados por iones y avutardas hasta el diario
de los fuselajes.

Ciudades y puas, donde lo maravilloso presagiò
un citara prodigiosa, en la silueta donde se bañaban
en el acido los clerigos, acompañados del resplandor
de metàlicos sofismas.

Rìos sobre una amanecer de rastrillajes tocados por
el aluminio. Herraduras con un pie entre los quistes y 
tumores: solidos cardumenes tomando una vida propia
en este cuerpo.

Hasta la llegada de los aros.

O ese enigmatico panorama donde incrustamos las uñas
una vez màs en los peciolos del hambre.





No hay comentarios:

Publicar un comentario