martes, 23 de febrero de 2016

Equilibrio y Distancia en las Figuras






La piedra es un meridiano.
Junto a ella estàn las luces y los extranjeros.

Algùn vuelo se levanta de los oceanos
conduciendo a la atmosfera retratos de espuma.

Los niños vuelven a la explanada donde
el verano diseca sus salivas.

Las pupilas vuelven al parpado y cerca del
eter es formada una glorieta.

Los dìas de este horizonte se escarchan
igual que un contenido.       

Los pàjaros ignoran el azufre desde esta terraza 
y el amanecer es impregnado de flecos. De inmensas
historias traidas a este instante por numismàticas.

Vemos azulejos partiendo hacia una molècula
o un apostolado que surge en el paradero de una
flor intentando construir paràbolas.

Oìmos desde esa sensibilidad que luce sus himnos
de manera primitiva y rumiante.

Oìmos en esta plaza encerrada por el sol el
sonido de un tapir en medio de los elixires.

Llenos de margenes, avanzamos a una casa
elevada entre los pudores.

Pormontorios de valles se alzan sobre un prisma
y en uno de los batiscafos de la arena, nacen
los cipreses.

Lecciones de agua en el aire y la orilla con
imagenes de dormitorios de cuervos.

La piedra en un perihelio. Nos sentamos junto a
ella sin ningùn horizonte en los ojos.

Cabelleras iguales a la noche buscan un hombro
devorado por la radioactividad.

Fuselajes y paginas de arena inundan de tijeras 
y codigos los rìos.

Metales y megàfonos rastreados por una cuchara
en un mundo de sòlo precipicios de luz.

Un mundo con equilibrios marginales de madera.

Donde se busca a si mismo el equilibrio.

Y entonces se crea la distancia.










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