viernes, 12 de febrero de 2016
Llegada al Ancla
Llegamos a un ancla.
En ella una cruz habia sido regada
entre psicodelias. Habìa tambien un papel
que parecìa un equilibrio.
Preguntè en ella por las habitaciones, que
iguales a una escolta, erigìan las palabras de
algo terrestre en sus tallos. En las bancas de humo
donde un astro aparece. En la brisa con
su traje de madera.
Criaturas de lamparas en el agua.
Cuellos bajo el vidrio en una semblanza
donde el follaje de los patios se vuelve hermetico,
igual que una hoguera al crisparse. En su
sinuosidad capturada por las sombras.
Lirios que inclinanse antes de que una visiòn
despliegue sus alas. Lirios que dan la impresiòn
de algo que inicia su corazòn en el verbo.
-un verbo tanto helado como ardiente-
Un ancla. En ella crearon los adioses la existencia
y subitamente desde el pino aparecieron entre versiones
de agua otros juguetes, bajo un verano que estrellaba
sus reliquias.
Nictalopes que cruzan el dìa.
Nictalopes que llegan al mar acompañados de
sus regueros, de las posibilidades
de desarrollo siempre ecuestre de una linea.
Pero ver el desarrollo de una linea es
inaccesible.
-ello sòlo es contemplado-
Y antes de que atravesemos el mar son
devorados.
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