lunes, 22 de febrero de 2016
Despuès de una Mosca
Pensamos en un atardecer acostumbrado al cielo
desde una especie de condena, obviando asi el tema
de un proceso inmerso en el crepùsculo.
Preguntamos por los peldaños. Por los instantes que
parecen llegar de una galaxia, del infinito y no lo hacen
acompañadas del oceano.
Nos sentaremos en uno de esos parques donde
volvemos a sentir como niños cuando vivimos en la
piel aquella sutileza y seremos recorridos nuevamente
por los ejes. Basicamente por aquel que sostiene la
tierra. Nos preguntaremos si es el mismo que suspende
el universo.
Nos enamoraremos de una mosca -otra vez- y estarà bien.
Recuerda que al final de nuestro romance con una mosca,
tù y yo fuimos encontrados por el amor.
Recuerda tambièn que a partir de ese dìa, los nuestros
adquirieron el color del higado.
Compartirèmos nuevamente los relojes para reconocer
que vimos de manera diferente el tiempo. El tiempo por lo
general engaña al espacio, lugar a donde toda existencia
es derivada.
Podremos contarles a los hombres de donde provienen
todos los ladridos por la noche. La fisica de sus sonidos
nos diràn en donde se encuentran.
Pensaremos en las figuras del mar con una vacìo.
Ya no habràn encantamientos ni contemplaciones.
Sòlo una erupciòn en los crateres de cada poro.
Donde el sudor imagina la niebla.
Antes que ascienda a los cielos transformandose
en imanes.
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