martes, 9 de febrero de 2016

Las Puertas de las Profecìas





Las puertas de abren.
Una que es irreal busca un perimetro.
Aquella que escribìa en el pavimento se 
acercò a un simulacro de los hombres.

Un ambiente de cera volteaba sus instintos
hacia los menguantes. Ambientes de cera ya programados
buscaban la lealtad en lo oculto.

Anfiteatros llenos de lamparas buscaban la nieve.

Decìan que para conocer la nieve hay que mover
tan sòlo una hoja. Presentar al amor como una fuga de
petroleo en el ocaso. Pero otras cosas llegaban del amor.
Tipos de flamencos venerados por extrañas distancias.

Y para conocer hemos vivido en esa puerta que se
abre. Que despierta a los mundos. Que devela las cosas 
de metal tal y como deben ser develadas. No conocemos
còmo.

Virajes a mediados de los liquidos
donde las espinas pertenecen de forma gravida a
los elementos.

Prodigios que empiezan a formarse
en la yesca del pabilo. Respiraciones de equipajes
que llevan los resplandores. En uno se encuentra la etiqueta
que huye de la luz en el menguante.

Dìas como la proa de una llama en los cirros.

La puerta se abre. Al cruzarla volverè a la lucidez
si asi lo decide.

Asi que la dejo semiabierta.

Los pelicanos en el interior de ella cavilan intentando
llegar a un descenlace.

El mismo habla de una puerta y un hombre.

Sobre el primero cayò una maldiciòn al no cruzar la
puerta.

Sobre el segundo institivamente en su sombra
a buscar su tallo un jardìn compuesto de profecìas.






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