miércoles, 17 de febrero de 2016
Las Bovedas del Eter
Aquì las palmeras tienen una boveda
llegando desde el oceano con un himno dorado
como el que poseen los tigres entre sus mandibulas.
Es un himno ademàs que posee movimiento.
Que describe las puertas.
Parece el eter.
Màs allà la puerta es de selva virgen, dotada
de periscopios y parpados que abandonanse a una silueta.
Creen que asi se forma un pubis. Tambièn lo creo.
Màs allà universos desprendiendose. El aliento de
sus bocas es de petroleo. Un filtro degollando una de sus
venas completa el eufemismo.
Palabras de aire y de papel surcan monasterios de
lenguajes enumerando aniversarios de colores
en sus oboes. Sueñan -estàn soñando que asi se
es una citara- un patio de algodòn en las cartas
de maìz donde vivimos.
Palcos de ofidios en una publicaciòn de oxigeno
en el aire. Cortinas cerrando las cortinas de
una torre.
Las ventanas en esas torres parecìan magnificas.
No es asi.
Aquì las palmeras tienen una boveda.
Y alguien ha devorado el puente donde
volvìanse de manera purpura a las calles.
Alguien que quizà es un mamifero.
Alguien que envuelve una tijera con metamorfosis
donde elevan los trayectos las diasporas.
Y objetos como los intestinos en ellas
recrean la vida de sus cartilagos en cada una
de sus teatros de porcelana
libres y crepusculares como la memoria.
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