domingo, 7 de febrero de 2016

El Proximo Menguante





La noche es de grandes agujeros.
Arribo a uno de ellos igual que la conclusiòn 
de un àrbol. Igual que el palido descenlace
del fruto en el estòmago.

Veo un jinete en la penumbra. Lleno de
huesos. Sobre todo de huesos.

Lo veo caminar hacia un reptil con un muro.
Lleno de perfiles como aquellos que llevan las
cartas. Los matices plateados envejecen
ahora entre tijeras y prismas.

La noche es de agujeros y escribe en todas las
estrellas sin encontrar respuesta.

Las humaredas fueron y son dociles para que 
ello sucediera.

La pulcritud de las torres con un espejo
de arena en sus membranas. En la medula 
donde el horizonte crispa una religiòn
antes que el viento apague el fuego
de sus hogueras. La pulcritud de 
una torre llega a su encefalo.

Algunos ojos se crispan para que ello sea remoto.

Y asi como infinitos cielos.

Semejante a las articulaciones del proximo
menguante. Una noche
donde sòlo aquello que està detràs
de los astros por un instante nos pertenece.

Sòlo un instante.

Igual que un agujero.






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