miércoles, 23 de diciembre de 2015
Evocaciòn
Evocamos las cosas que se encuentran entre la
realidad. Evocamos que hay hombres que no necesitan
de sus sombras. Que hay sombras que no llevan hombres.
Buscamos la espuma que florece en uno de ellos.
Recordamos lo inmediato como un pàjaro que rasga
las alturas porque ese es su destino. Para sus alas
no existe otro. Idealizamos los conjuntos, tocamos la
psicologìa de las quimeras. Vemos una noche
con metamorfosis de violìn. Intentamos ser
como el aceite, epistemologicos.
Pensamos en ello con esa objetividad que quizà
posee un buho. Con esa coherencia que lleva por la
abstracciòn una sintesis. Con el misterio que en
el fondo de la noche significa una metàfora.
Evocamos los cielos porque a veces son lo mas gris
que veremos una tarde, no habrà oscuridad màs profunda
para el corazòn. No habrà lirismo mas antiguo como el que
oprime una aguja con el silencio de una imagen que
jamàs encuentran los ojos.
Toda imagen es ademàs siempre un sonido.
Recordamos los seres que yerran entre la realidad. Sus
nombres que esta mañana pueden ser profundos como
la tierra o todo aquello que en los jardines nos ofrece un
ser vivo, como una oraciòn que diremos por primera vez
ante un maravilloso ejercicio en la hierba. Serà uno
gamado como las hipotesis.
Recordamos. Nos toca mentar los soles que duermen
sobre el albedrìo. Nuestra voluntad que a veces llena de
escalofrìos todo lo que le rodea. La distancia como otro
secreto que los pelicanos muerden con sus picos gigantes.
Gigantes.
Y cuando el sol del crepùsculo los toca, luminosos.
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