sábado, 26 de diciembre de 2015

La Aguja





La aguja duerme.
Es la constituciòn de algo que sueña o se desplaza.
Es una vena de nieve.

Sobre las entrañas de un hombre una concha
ha reproducido su ajuar.  Sobre las entrañas de otro
la definiciòn del ancla vuelve a ser una clasificaciòn, una
interpretaciòn del aguila cuando lleva una especie
de planear. No es exactamente ello.

Los precipicios se derraman ahora.
Y se derraman aquellos que tuvieron esa posibilidad.
Sobre un velo nocturno pìenso en aquellos que no llegaron a ella
y fueron enterrados por un frasco, por una raìz, asi
bajo el fondo de una tierra raspan una piedra
para de ese polvo alimentarse.

Cofres de aceite en los dedos como una muñeca o
un rascacielos de plastilina en los dientes.

Bacilos junto al unguento despedido por las maderas en
el rasgueo o el punteo marino de una guitarra regada
por el sonido en los estuarios.

Escolleras para recorrer las citaras veladas por
los simbolos.

La aguja duerme.
Yo hubiera despertado en mi corazòn con un evento, con
una maniobra que hubiera dado al espacio
un objeto con la palabra semejante a un barco.

Al sentido inequivoco de aquello cifrado en esta
aguja abriendose paso en la silueta de una grieta en su sueño, en
la cual dormìa.

Y desde el cual, en este momento  -ya despierta- se aleja
buscando la realidad.













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