miércoles, 23 de diciembre de 2015

La Libelula del Hado





Una libelula tiene un corazòn junto al hado.
Puedes creerlo segùn la noche o la caida de los naipes.
Inclusive desde el espectro que nos separa.

Radiantes peces profeticos en los alambres
recortan el origen silencioso de las mandarinas, puertos
como la escalera o la carta. Goznes como aquello que
en la carne inclinan un sacrificio. Una medida
del sol entre aquello que la luna doma en el extasis como
lo misterioso o la escala de algo increible.

Luego, elegiràs tus hechos para subir a una colina.
Recordaràs los simbolos que dejan que creamos en la transparencia
para que no hallemos sus rostros. Luego, viviràs en una 
especie de navìo, que es una piedra. Una cima de coral
un velodromo donde los inviernos pasan con una 
escaramuza en las sienes. Inviernos siempre rascandose.
Arrancandose las costras, comiendo sus legañas.

Una libelula. El trajìn del dado. Para entonces
pienso que las cosas existiran cautivas en cualquier ala y los
parajes seràn dueños de una ilusiòn semejante a que llevan
los cadaveres en su memoria cuando arrastran el
recuerdo de la vida.

Pero tù dormiràs.

Y en tu sueño, alguno de tus presentimientos te dirà que aquello
era nada màs que otra forma de inteligencia.

Barriendo los crateres.











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