martes, 8 de diciembre de 2015

El Lenguaje que Desata la Primavera





Conozco por la exactitud algùn valle.
Un circulo y el conocimiento de una rada cuando
incendian su mundo.
Podrìa hablar a veces de lo sideral. 
Incluso podrìa moverme entre las herraduras de
lo astral, si es que algo asi fuese posible.

Escribirìa del pensamiento de la aguja al atravesar la carne.
De la piel cuando imita a un iman.
Busco en el cuerpo del papel aquello alado, ajeno
a la intuiciòn y los puentes y sin embargo tan unido a ello.

Conozco esa sensaciòn que no me hace vacìo, pero 
llena mi corazòn de antorchas que ignoro y desconozco
de horizontes que jamàs abren sus puertas
de musculos que nunca muestran su rostro.

Veo en los manantiales esa soledad que sòlo el pièlago
penetra. La trascendencia con su mandil de
adobe en una balaustrada, donde el fuego ofrece a la noche
su craneo a cambio de un pensamiento.

Creo en esa revelaciòn que llega del estambre
evocando noticias de fosforo. El diario de los ojos
sobre los objetos. La superficie de lo atroz en cada una de
las imagenes que caminan por las calles igual a nosotros. Creo
en ese universo no porque pueda ser autentico, sino porque
es una extensiòn de esa mariposa que muere en
el solsticio como algo real -si es que es real-
en este misterioso lenguaje que desata 
la primavera.

Conozco por la exactitud esa primavera.

Lo sè, porque siempre he asistido a los vidrios.
Lo sè, porque me he preparado para la llegada de los muelles.

Y entre ellos el corazòn ha contemplado el progreso
de los plasmas.





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