lunes, 28 de diciembre de 2015
Hominidos Marrones
No es como creo.
Tampoco la linea es de aceite mientras las
escamas florecen este domingo por la tarde en
los huesos.
No es incluso como la primavera en un evento donde
el ciclo derrama sus puertas de bronce en una
adolescencia plagada de linces.
Tampoco es la criatura donde el animal
se dobla subversivo hacia un planeta de guitarras
sacudido por las torres.
No es la efervescencia de un girasol entre
los transeuntes arrojando mandarinas rojas desde
su pelo.
Ni el entrenamiento de una bocanada en los aludes
donde ya antes se inmolaron los trenes.
No es el hemisferio de los vagones a donde van
a soldar sus tenedores los ciclopes.
Ni es el sonar enredado entre las chimeneas con
cretaceos sexuales en el pecho.
Mucho menos el recreo del agua en una estatua donde
los almirantes son de vidrio en cada overol.
No es el sentido de una concha que arrastra hacia la marea
la plastilina de una mirada.
No es el lustro de centurias antropomorficas en algun
punto de las cerraduras.
No los opuestos oprimidos por una carta de yeso que
leen las libelulas en cada puerto.
No es el maxilar de una supernova ni el sudor de los
origines entre lo vaporoso.
Ni la brisa donde los patriarcas cazaban amuletos
acompañados de hojarascas.
No es el mundo donde cada estrella es un navìo que
cifra en cada aleta una adolescencia de caballos desesperados.
Es sòlo este momento.
De hominidos marrones evolucionando sin memoria.
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