domingo, 15 de marzo de 2015

Poema




Todo navegante es una forma de equilibrio.
Una forma de armonìa y caos que vive
debajo de la hierba.
Una expresiòn como aquellas que guarda
la vida, cuando la noche en ella avanza llena de 
murcielagos, todos gamados sin
arquitetura.
Las grutas desde entonces se han abierto 
como otras colinas.
El chubasco ha inundado las cartas del acento
en un oboe.
Los colores del viento no llegaron a los que se
desvanecen en los del gallo.
Mensajes irreproducibles ahora son los nuestros.
Alusiones a un lirio que desnuda sacudidas y toma
el horizonte con una estela de fotosintesis.
Brillos de aspavientos como la soledad.
Arboles negros por donde los clarines eran
acompañados por las iguanas.
Epopeyas de neologismos en una epistola
tensada por la brea.
Fortalezas de dios entre la nausea.
Muertos en una fabula.
Estertores de una bandera que pisa el ocaso.
La sal de la escritura enterrada en una
abeja.
Un lomo, el ritmo de la continuidad en los
objetos, deslumbra una figura,
una nasciencia en el cuervo con inmensos
nichos de cernicalos donde los
funerales aùn se baten con los azulejos.
Los funerales llevan el tiempo.
Los azulejos orientan direcciones de acero
en sus heridas.





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