miércoles, 25 de marzo de 2015
Las Flores Negras
Las flores negras pertenecen al cielo.
Ese cielo encerrado en sus daguerrotipos.
Con circulos de suicidas y crestas
de espuma veladas en las conchas
de niebla.
Atmosferas de universos gramàticos para
las rodillas, grilletes de sal para una
barra de jabòn brillando en el pelo.
Las flores son negras y sin alcanzar
el azabache de un cuerpo en su estaciòn matinal,
extienden el color azul del cuervo en
el cielo, los ojos de diamante de
una diatriba sumergida en una mochila
donde vibran contorsiones.
Los hombres pasan debajo de esas flores
llevando sus cuerpos de arena, dones
de ramas como extranjeros amarillos
preguntan por el alma en los
ejercicios del leopardo.
La lumbre de un espejismo
se cierne hoy que los castillos despliegan
en sus torres, el nacimiento
en espiral de un microscopio
en forma de diluvio y en los sauces
donde los juglares conmocionan, un grito
de balcones cae como un trueno.
Las flores son negras.
Tambièn son grises y ambidiestras.
Recorren las ceremonias de los aires
acompañadas de barbaros.
Conjuran apostoles sin logran
sintetizarlos.
Ofrecen una linea de agua, un gemelo.
Una perla invocada por la muselina
en bagajes de clara metafìsica
donde los tallos regresan
luego de haber tocado
un tallo.
Uno oprimido por el violeta de una flor
enquistada màs allà.
Enquistada entre negros
patibulos.
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