miércoles, 4 de marzo de 2015

Conmoción







Esta conmoción es el retazo de una 
cabeza. Del ensimismamiento en ella y de
sus partes de agua. De la arquitectura cuando
escribe en los vidrios. De sus operaciones de galgos
y los fortuitos manuscritos en una enciclopedia. 
Tiene palabras, se ubica frontal en los 
mechones de un espejo. Observa el
agua desde una concepción muy
vaga del equilibrio. Es parte de
los lapiceros, de las cosas
sagradas 
que existen en los plasticos de la apariencia
y en los cirios dogmaticos que duermen
debajo de una linea.

Su conceptuar es siglo anunciado por
el verso de los cadaveres y un reglaje de dios
entre universos de eslabones. Es un amanecer donde
buscamos las raices de una saeta o el paso rojo
de algunas escarapelas porque sí y de allí
a las palmeras, hay un sentido de 
energía como el que tensan
en sus cuerdas las ballestas o ese magnetismo
relativo al violeta de un iman
con particularidades de hienas, de meandros,
de la fuerza con la cual una oración desnuda el
espejismo de un predicado mientras 
vocaliza o el sueño
entre las rocas es un navío
escribiendo lejos de la desesperación, luego
del rigor y del aura.

Esto tan sabrenatural es la conmoción del aura
cuando cantamos a los nihilismos.

Y después de esa conmoción, el estremecimiento
escucha.






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