martes, 17 de marzo de 2015

Composiciòn de una Almena





Somos plasticos que no aguardan pièlagos.

Entre encuentros, solemos deducir la direcciòn
del agua en las costas, la silueta de los objetos
segùn el movimiento de nuestra carne en
la espuma.

Hemos sido solidos segùn las 
sacudidas y los desplazamientos. Segùn 
la plastilina. 

Nos hemos
inventado entre la composiciòn de los astros
pero eso ùltimo ha sido estrictamente vano
e inutil, porque no vivimos en la atmosfera.

A ella, pertenecen aeroplanos y otra clase
de fusibles. 

Nos aguardamos, segùn las orillas antes de 
que llegue el oceano y cuadruplicamos ese mismo
oceano en nuestra fantasìa, porque la realidad
no podìa hacerlo.

Lo cuadruplicamos para llegar a los ofidios y
las encuadernaciones.

A los violines y las estacas que ascienden del 
polvo con una ceniza de hierba.

Describimos las humaredas como si aùn 
desertaran de las chimeneas.

Juntamos heliotropos para observar què clase
de intuiciòn se une al polen.

A la cita imprescindible con los pavimentos 
domesticos y aerosoles.

A los gases radiactivos de una colmena que
naufraga en el vuelo de la abeja.

Somos tan plasticos en apogeos de plastilina
dotados de cruxifijos.

Donde sòlo el sol vuelve a interpretar una
almena.



















                                                                                         

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