domingo, 15 de marzo de 2015

Después de la Contemplación






Se ha agotado como una cortina,
plastica, invisible y creciendo en los
mechones del mar. Ha envuelto un
cuerpo, para que los dioses desciendan
sobre la piel y conozcan lo sagrado.

La miraba como a los minerales
que pisaba con el silencio de este atardecer
quieto y leguminoso como los puntos
de febrero en una saeta, cuando 
la misma tiende a ser hermética.

Se va extinguiendo el oceano, como
un boceto, ha oprimido su piel
contra la coraza de los leones
ha mendigado en las corrientes de
lo gamado. Se ha sepultado como
ese brillo de magia en el indice
de una cofradía.

Santuarios y ceremonias
para aquello que civilizas en un ideario
con la parsimonia de un hombre construido
para complementos
dotado por conjuntos en los nombres
que los grillos ofrecen al atardecerr cuando empieza
la noche y lo hacen sobre ningún diagrama
conciente de rojo.

Naciones de un universo donde los titulos son 
de escamas uniendo asi bajo la cresta a los gitanos
en el oceano, convertidos en peces; parafrasis
de dios y el amor con un libro de jaguares
inundando el último pensamiento
de la noche, de sangre.

Se ha extinguido como la locura
cuando danza en el fuego, como los animales
de huesos entre la matemática
en los tejados donde la adolescencia
es un pájaro
arrancado por las entrañas a los árboles
de la noche.




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