domingo, 10 de enero de 2016
Constelaciones de Huesos
En ese bastiòn del barco donde las
gruas acababan de nacer y en el cual vibraba
un periodico.
Mientras las piletas son de nacar
examinadas por los elixires y la linfa no emerge
al manantial desde los profundos rincones de la tierra,
durmiendo para siempre con sus secretos.
En los universos que mueven los reflejos entre
climas de minotauros.
Cuando los minerales agitan en su pubis
constelaciones de huesos.
En la fosforescencia del rostro que ha untado
un instante antes su piel de aluminio.
En las visiones de una soledad con tijeras de
cobre.
Exactamente donde la orgìa se desprende de las
visceras con un apogeo de bronce celeste.
Y los firmamentos con ceremonias de paladar
inundan los alveolos.
En esta burocracia de estalacticas en una caverna
de murcilagos simultaneos a la luna.
Cuando las gotas de agua en un charco despuès
de la lluvia se reconocen.
En la flor occidental y sanguinea del plato.
En los palacios que junto a la brea buscan esa
poesìa donde empiezan los cardumenes.
Bajo envìos blindados de follaje en los
estrepitos de la hierba.
Bajo crestas de nihilismo en sociedades de
mitosis o limpios martillos que engullen.
Junto a formaciones de palidas cuencas de
petroleo en las sienes de los perros.
O la humedad que evoca un espectro con
siempre ensenadas de platino para los crateres.
Entre la herencia de una idea
llevada por un dinosaurio en la razòn antes
de la caida de un meteoro.
En las prosopopeyas y las saetas arrojandose
a los paraguas de las efigies.
Con telefericos fligados a una prolongaciòn
en el pelo, habitada por escarabajos y fronteras.
En esa proa del navìo que lleva en su matriz una
eslora y la caminata de un arbusto quebrada por
una garrocha.
En los pabellones.
En los lustrabotas arrastrando circos.
Junto al ciruelo que duerme sobre un monje dinàstico.
En una madrugada de cigarras y recolectores.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario