sábado, 23 de enero de 2016

Las Cabelleras de Acido




Esto es lo que desatan los nudos de las escolleras
y los megafonos de seda.

Esto es aquello que en los callejones arrastran
sus gaviotas.

Ninguna de las palabras volverìa al mar. Algunas
para no regresar se vuelven àrboles.

El ser que habita los cartilagos escribirìa a los 
tempanos por ello.

-A veces lo observamos por ello-

Los pulpitos al descubrir una membrana entre los 
sedimentos de una garza, visualizarìan un atomo.

Los travesaños tendrìan algo màs que la espuma 
al ser objetada por la sensibilidad.

Uno de los sentidos tendrìa un sacerdote en cada pelo
con irracionales portaaviones en sus ruidos.

El astro y el aceite recogeran lo particular de un destello.
La brisa serìa univoca como iridiscentes los periodicos.

Los dìas al emerger de los ponientes evocarìan la diana
con la cual florecieron automoviles.

El paso tendrìa la apariciòn del enigma en el velo
y se oirìan en cada rìo los gestos de los jaguares que son
agiles en el mercurio.

La rafaga esparcirìa formas de vocales con mandibulas
de objetos procolabicos en uno de sus sueños.

Los parques esperarìan una cigarra de arena debajo de las
ramas y en caso que la lluvia las haya convertido en barro,
los parques volarìan de este lugar para buscar sus granos.

Para esto los parques tendrìan que convertirse en lingotes.
En expediciones de nictalopes con un subterfugio.
En soterrados manantiales profanados por las erupciones.

O tan solo muelles con elefantes transportando sus cabelleras
de acido en los lenguajes de la noche.















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