viernes, 29 de enero de 2016

La Membrana de la Arena





Nota a los animales cansados en el agua.
Parece que remaran buscando un universo que es inexistente.
Todo para ellos serà perpetuamente liquido.

Al otro lado dìas de olivo mecen sus anclas en la tierra.
Dìas como el soplo de la madera en esos ojos que desconocemos.
Dìas que son barcos constituidos por cementos y rieles.

Franjas estivales proyectando el sol de sus bocanadas en
una casa contigua a la que habitabas con un rostro de cera.

Flancos que en los menguantes el invierno dejaba arrastrarse
hasta un eje de poesìa o verbo amarillo.

Nota a los animales cansados al otro lado del mar o el ambar
si llegas a la playa. No son los que habitan los oceanos
llenos de crestas. Son sòlo siluetas que ondean terrestres
entre valles y ciudades y en las rafagas se desintegran.

Alguno tendrà en sus bolsillos algo de sal, me pregunto.
Alguno poseerà alguna ceniza de carne, para decir que habitò
la piel realmente. Y anduvo fugaz y absoluto en ella como
un atomo.

Como una celula. Igual a un oleaje primitivo de huesos
que desde carnivoros rascacielos nos enumera la historia de
de una sortija.

De un caballo encerrado en una piedra.

De una membrana de arena donde la orilla ha cautivado
la escencia de un presagio.

Sin vivir realmente en ninguno.









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