sábado, 30 de enero de 2016

Inauguraciòn de una Selva





El dìa forma su rostro.
Veo una palabra que en cada una de sus raìces
recuerda a los muelles. Son palida las imagenes
de sus reflejos asi que vivirè en la nada.

Oigo sus sonidos como si llegara de 
un amanecer junto a los objetos
y los mismos mostraran algo màs alla
de su realidad, totalmente extrañado.

Las calles conviven con la gravedad de un pleonasmo.
La salida del sol lo hace con una rama de 
olivo.

Es cierta la historia del pulmòn en las encrucijadas.

Muestras de elipses entre las contiendas.
Patios que en una flor se extinguen como escoltas.
Luces a traves de un ciudad en los restos de una silla.

Inviernos que a partir de los astros llegaron a
presagiar sus eclipses. Un bucle de supernova siendo 
un techo donde extinguese igual que un zocalo, vuelve
a sus praderas. 

Pedazos de circulos que caen desde
una danza de vidrio, coronada por astillas y
espinas; el gallinazo cortando una de sus plumas nos
dice que es cierto.

Catalejos que duermen en una diana
semejantes a inmoviles puntos de la frente,
encuentran una boya.

Cierta emociòn divide en dos la piel del aura.
Una laguna asciende a las ventanas llevando promontorios
en el dirigible de sus huellas.

Todo es abierto por el coral de una hoja, allì
las angustias logran inmolarse entre inauguraciones
de selvas.

El dìa forma su rostro.
Cabe la posibilidad de que el sueño se agigante en
èl como una madeja.

Quizà volvamos a cruzar astillas donde nace
su apariencia.

Quizà.

Mientras tanto el rostro ya ha sido formado entre
aquello llamado realidad.









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