jueves, 21 de enero de 2016

Paraje de Aceitunas




Pienso en este dìa.
No es el mismo de ayer y eso tan evidente
me conduce a un nombre encerrado en la hierba.
Creo que su silueta es un crotalo.

Desde esa evidencia empiezan a darse
algunos manifiestos. La caminata a un parque para
observar un gusano de seda en las ramas es uno de ellos.
Creo que su silueta se darà en el tiempo y serà
una mariposa.

Yo no debiera dudar de esas cosas tan obvias ahora
que llevo un aeroplano.

Ahora que los terminos ya no descienden del farol y tiendo
a dormir en las escaleras del agua. El vuelo en ellas
termina siendo una forma de la vida. Uno igual
a una fantasmagorìa amarilla en los cabellos y el paso de las
briznas amagando entre sus capitulos antes de llegar
a la naturaleza.

He pensado miles de veces en este dìa y en sus ojos
que entre borrosas certezas describe la memoria enlazandola
entre otras cosas a la descomposiciòn de un jabalì.

He pensado en ese jabalì con un navìo de enero al ensamblarse.
Con el presagio de una semilla que duerme en un hilo.
En un milagroso cartòn que empuja deidades entre escoltas
ahogadas por el zafiro y las crestas, donde hierven relojes
entre principios de puntos radiantes.

Pero aquel dìa ahora se zambulle
en el tropiezo de un alga con una astrofisica.

Las bolicheras se unen en una caja de nupcias sobre los
alamos. En los corales entre acuarios llegamos a creer que
toda soledad es un destino que puede separanos por
la noche de los àrboles.

De las cajas donde son  transportadas las uñas.

Bajo un paraje marron intenso de aceitunas.






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