sábado, 12 de agosto de 2017
Los Caminantes Iridiscentes
Tenìa una runa aqui. Era lacrimogena.
Llegaba de la brea como lo hace una helice.
Llevando pelicanos en sus circulos.
Algunos eran caminantes iridiscentes.
Habìa en esa runa recipientes con agujas abiertas.
Palcos de sangre segùn el orden de las jabalinas.
De las regiones con espuma y heliotropos.
De las dimensiones donde nosotros mismos nos objetamos
en una extraña gota que memoriza.
Una tambièn hecha de oxido.
En ocasiones de ira.
Tenìa una ojiva aquì. Ya en ese tiempo empezè a hablar
con nadie. Era extraño. No sè si una paràbola.
Una parabola es la composiciòn de lo espiritual con
algun estadio del verbo.
En lo que concierne a mì el hecho de no poder hablar
con alguien parecìa sòlo existencial.
Un gran pesar ontològico lleno de derepentes.
El hecho es que tambièn habìa un edificio.
Daba cuenta de las cigarras y sus evoluciones.
Daba cuenta de los rascacielos
y las mitografias.
Tenìa una runa aquì.
No era un horizonte. Tampoco el rinoceronte
que embiste ni el diàlogo sin palabras.
Era un monòlogo.
Enigmatico y amarillo abriendose paso entre sus sombras.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario