martes, 22 de agosto de 2017

Estructura Literal del Sueño





En las alturas del sueño hay una hoja.
Procede de la simetrìa con la cual los pàjaros
acceden a la palabra. A los ruidos de los alfabetos
entre las tijeras. A la ideologìa poètica de un topo
cuando une cadaveres y torres. 

-digamos que de tanto en tanto poliedros-

En esa dimensiòn que se descubre sola.
En los daguerrotipos velados en las
multiplicaciones. Cuando los hombres dejan de 
limitar con los santuarios para crear sus fronteras.
Cuando los espirales descienden de una 
astrologìa; una que evoluciona
en las altavoces de un
dialogo
entre frecuencias violetas o melenas de pinos.

En las concentraciones de sal.
En el corazòn que accede a los metabolismos
de la arena para comprender sus riesgos.
En la esquina donde acarician las mejillas del mal
sus abalorios y la etica escoltada por
un bosque se dirigie a una bacilica, donde
los arcipestres entienden
las verdades de humo.

En las ventanas de los edificios, junto al rango del
violìn y el rasgueo del aluminio, de los fosiles
amparados en una botella o un talòn.

En las dialecticas del mar por no ser ojerosas
ni detenerse en los parpados como lo harìa una aleta.
Quizà un atlas.

En los muros que empiezan a trasladarse por si solos.
En esos caracteres de la lengua disputando a
los veleros una coherencia.
Un màstil que nunca podrà adherirse al sol
pero unirà millones de destellos en sus cuerdas.

En sus ojos de madera que lo sostienen.

Y adelante un policromo reguero en el hemisferio.

-entre infinitas siluetas-

Tragicamente alado.





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