martes, 15 de agosto de 2017

En el Adagio y el Voceo.





En cada vereda los sonidos se concentran, igual que
sortijas formando sus anillos.

-no son circulos-

En cada silencio, en cada jaguar.

En todo hangar enamorado de las piedras.

Seducido por el erotismo de una rosada tiniebla
que inasible desdice.

En esos desdecimientos.
En cualquier trazo.
En las mascara de una correa.

En toda memoria sobre todo que cala en la figura de
un mar colonial y mediterraneo en las batistas.
En el acido teatral de las avispas.
En las cornucopias junto a un himno o los historiales
de una moneda que desciende
de un craneo en
busqueda de un pan.

En cada vereda donde los tallos escalan sus circuncisiones
moderados por un templo que busca en las agujas
trayectorias de seda amarilla.

En el adagio o el voceo.
En el nihilismo o el area de un pulmòn que recicla
o incursiona.
Que recoge botellas de plastico o camina a los huesos
con una inveterada nociòn del abismo.
Del silencio en el eje
o el retrato de una filarmònica atrapada en 
los castillos del polen.

Allì donde màs de una abeja.

Sostiene inutilmente que otro reino existe.





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