sábado, 5 de agosto de 2017

Como lo Hace el Crepùsculo





Tal vez los objetos puedan vivir o tensarse como
un buho en los lunares de un origami.
Tal vez los teatros dejan escapar un hilo de sangre
por los periodicos.

Quizà la noche sea un perfecciòn pero no para
aquellos que incriminan entre la realidad
sus bordes teoreticos. 

Tal vez esos bordes no
son una ciencia, ni caminan entre los dinosaurios
como nos invitan a creer los magos.
Quizà màs que magos sean un 
relieve o una distancia de sal donde siempre
vivirà nuestra sed.

Tal vez esos magos son el diario de un antilope.
El diario de una sed.

Tal vez tambièn el diario de una cebra es un hominido
aprisionando el salitre en el rostro de un 
dìa fosforescente.

Y sòlo los astros posean una parte de ti que 
los relojes incrustan en los cuellos de las cigueñas.

Quizà las alquimias edifiquen una especie de
titulo en las uñas serpenteado por agujas
que huyen de los anfiteatros.

De los hemiciclos y legañas.
De las peninsulas con cadenas de espinas
trazadas desde hace siglos por los eslabones.
Por la carne negra de los diamantes.
O las posibilidades que enjuagan sus silabas
en las crines de un relampago.

Quizà la ley acompañada de procolabismos.
El invierno de veneno en la figura que no puedes
ver pero la oscuridad de la mirada aùn deforma
hasta llegar con ella al ciclope o el galgo.

Probablemente el diario del zinc en una moneda.
O la aleta que desciende de modernas
autopistas sin ejes ni legiones.

O acaso los cisnes son eventos de madera en
algun rostro que posee el destino en los àrboles.

En las selvas donde se dora de verde
todo estrabismo y es coherente la ira tanto como
las relaciones del halo con los ministerios.

Con el peso de un nomade.
De un forajido extranjero que arroja paraguas
a un tambor. Alfileres a un enigma.

Y a todos los rascacielos del mundo
encerrados con sus eclipses en las corolas.

Tal vez en un atardecer y otro
que fueron construidos sòlo para que nuestros
pensamientos encallen en ellos.

Igual como lo hace el crepùsculo.





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