viernes, 18 de agosto de 2017

La Inspiración






La inspiración tiene un barco.
También un leopardo y una herramienta de arcilla en 
las olas.

La inspiración adquiere una estrella que desciende
de la inquietud mientras camina entre las esferas de un
diluvio.

Tal inquietud se acopla a una manzana.
Sostiene una corola o un copo de yeso en el único árbol
del paraiso.
Medita en los ditirambos con una serpiente que
seguramente dará que hablar mucho más tarde.
Circula en las monedas junto a la libertad de los estadios.
De los pianos y frutos que caen de las sienes.

La inspiración también es un navío.
Una fragata que regresa en busqueda de sus caracoles.
Una proporción ajustandose a los morteros.
Una vaina.
La nervadura donde llegan a los prolegómenos
los obuses.

La inspiración es la tierra que sonríe o se pone triste
sus botines.
La tienda de este atardecer limeño que es asaltada.
El zoológico con partes de amor en sus limones.
En sus días con largas sudestadas de 
albumina o epicentros.
O equilateros.
O también el vapor que duerme sobre una linea.
Lleno de quistes más no de colosos.

La inspiración es una metropoli.
Un buque neoplasico.
Un juguete donde se embarcan en una aventura sideral
las cicatrices de los titeres.

No es una profecía, porque de ser asi no se 
encontrara entre la realidad. Toda profecía esta hecha
para tarde o temprano alcanzar la realidad.

Tampoco es un maleficio porque sirve a muchos hombres
para sostenerse.

Ni el uno ni el otro es mi caso.

En lo que concierne a mí, yo estoy viajando en una
fragata escondida en una tijera.

Donde espero no llegar a un poliedro.

Donde ansío rozar jamás el latido de ninguna metafísica.











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