sábado, 19 de agosto de 2017

Antes que lo haga un Pensamiento






Nadie cree en las hojas que llegan de los cuchillos.
En las evaluaciones detalladas del hambre
en la subjetividad de una caracola.
Ni en los àrboles enamorados del miedo mientras una luz se ahoga.
Tampoco en el oceano empujando mortales audiencias de pàjaros
entre lo invisible.
Y la transparencia no alimenta el alma con cucharadas de
granizo. 

Nadie toma el destello que se transforma en pocima o camina
a las arpas con telescopios ancestrales que opinan o dejan
caer criterios de iguanas sobre los galgos.
Sobre las amapolas.
Sobre las coyunturas.

En el vidrio o el salitre que foguea una llama
semejante al rostro de algunos animales que deshojados
por la hierba iluminan por la noche vestigios y van tensando
kilometros de barbarie en sus anclas.

Son animales iridiscentes que humedecen un
craneo antes que los astros se apaguen y las màscaras repitan
en sus imagenes aquella soledad donde los
husares
caminan por la noche
con una estela que se seca en el humo de los barcos en su
frente.

Antes que lo haga un pensamiento.








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