viernes, 28 de febrero de 2014
Alborear
Era una espada en la llama.
La yesca a babor llamándonos.
La manada antigua encerrada
en la boveda.
La superstición de las horas tempranas
cuando nos cuesta separar el punto que une
la penumbra del amanecer en la aurora
y empezamos con paciencia a
desentrañarlo en los
rituales del cefiro que pasa por
nuestra boca
acompañado de lunares
y equilibrios
inclinandose -esta vez- al universo.
Espejos y especulaciones van
formando entre las nieblas que huyen
misteriosas y pequeñas
tormentas.
En el rosicler del resplandor caen
helices de fantasmas
del alba.
Y entonces tras la avenida de fardos
deja venus ofrecer su farol amarillo;
el fusil de graznido a la mañana.
Una cabeza se desarma en los puntos
del hemisferio y uniendose entre estelas
recluta la naturaleza efigies de una ley
de hemisferios.
Y lo transparente cae creando
la mañana.
Guillermo paredes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario