martes, 25 de febrero de 2014
El Horizonte del Poema
Para la marcha del infinito y sus silabas.
En alguna de mis convenciones; en mi heterogeneidad.
Mis preguntas son para mi fiebre.
Para esos inviernos donde crecì sostenido por el pino
y la acacia.
En ese momento donde es abierto un poema y sabemos
que jamàs es cerrado.
Y deliberadamente caminamos a ese mundo sin
liebres ni antilopes.
Y reconocemos un poema solitario cuando esto acontece.
-sòlo lo solitario puede mostrar una extensiòn-
Y entonces libelulas tanto como iris se manifiestan.
Convenciendonos de que ese horizonte va a quebrarse
si lo tocamos con los dedos a travès del aire.
La poesìa no es primera persona del poema.
Yo que amè la divinidad sin ningùn talento, la acechè
y sòlo vì marchar sus simbolos.
Como un niño de barro quemè mis propios
amuletos para anhelar ese viaje.
Para convertirme en un trauma donde
inicia su cortejo el poseso.
Yo fùi un ancla de borradores antiguos, aqui tambièn
el poema despierta.
Esa metàfora me desvanece en este instante del poema.
Y mis preguntas vuelven a ser borradas por el
viento.
Esta vez sin ir tras horizonte alguno.
Guillermo paredes mattos
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