jueves, 22 de junio de 2017

Las Ciudades Transparentes





Veo el rostro de una muchacha.
La parte crepùscular de toda realidad que amaba 
en uno de sus periodicos.
En una de sus transparentes ciudades destruidas
por la inocencia.
Veo los barcos de carbòn en su cuello inspirados
por los balcones.
Ella ademàs estaba involucrada con los fasciculos.
Con la existencia de las crayolas
en los peines.
Su pelo era màs claro entonces pero tenìa la
hermosa oscuridad de ningùn hemisferio.
Dejè una primavera escritos de agua con
azul-papel en una de sus ventanas.
Todos yacen decomisados por sus yemas en
algùn abalorio.
Estaba compuesta de medialunas.
De ancestrales sextantes donde se comparan las
naranjas con sardineles amarillos de 
madera.
Por los mismos hallaban una manera de pasar
los acantilados a su casa.
La veo y me remonto. Estoy convencido que en
ese mundo habìan palabras que no eran
las de ahora.
Eran como el sonido de las pergolas y las flores
transparentes que habitan los peces.
Me pregunto. Còmo un lenguaje presente puede
volver a uno del pasado sin amar desesperadamente
la intemperie. La desolaciòn.
Ese romper del mar tan cercano a una geografìa
depilada por hidrocarburos.
Por coeficentes de aluminio donde
crean quistes de espuma
las pronunciaciones. El nacimiento de garfios
sombreados por las voliciones.
Por los firmamentos que jamàs volvieron
a los nudos.
Veo tu rostro.
Hay una aguja en èl que toma el olvido.
Que inspira el petroleo y la desolaciòn.
Y todo lo que rodea este 
universo lo transforma en carbones.






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