viernes, 23 de junio de 2017

El Arco de Hollìn





Es viernes.
La ciudad huele a plastico quemado.
En las calles puedo ver arcos de hollìn todavìa.
Desde ayer un incendio en alguna parte
de esta ciudad sigue delineando sinuosas piramides
de fuego en el aire.

Algunas han tocado el cielo convertidas en
humo. Es decir, conocieron la transformaciòn.

Algunas se quedaron adheridas a los tallos.
Otras lo hicieron a los petalos.
Una nervadura guarda idiosincracias de selvas
en un secreta liana.

Los pàjaros cruzan el cielo y algunos llevan
grietas helicoidales.

Los pàjaros lamentan el sentido de
la helice en un rasgo de oceano.

La metàfora busca la carne entre gnosis
de collares.

Seguidamente hay un curso de espirales
en el corazòn de una mimesis
en los muelles donde es creada una reminiscencia.

Es viernes. 
Es un prodigioso viernes de astillas de
humo en el aire.
De obeliscos de carbòn y prismas de ceniza
colocandose de manera oblicua en 
los ojos.

En las agujas que duermen negras en el agua.

Cerca. Muy cerca del lugar donde el
fuego diò origen a arcos de hollìn y piramides
de fuego en el aire.






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