martes, 13 de junio de 2017
Perspectiva Virreynal del Cocodrilo
La brisa posee una composiciòn quìmica.
Todos los camellos descienden del azufre en este
mediodìa -por decirlo- de esquirlas.
Tambièn descienden los plantigrados.
El hipotalamo de un àrbol es continuo y una cigarra
de hidrògeno empuja clanes.
La mañana circunvala el oxido y como un sabio
planeta incinera sortijas.
El ruido de la madera en un carruaje semeja el
enigma de una metropoli.
Lo digo porque desde la misma extrañas brùjulas
ascienden hacia el hemisferio.
El curso en ellas lleva la apariencia de una
veleta.
Los menguantes no logran ser peciolos, sin
embargo, existe una frecuencia de espinas llena
de relatividad.
En las continentes algunas ciudades secretas
se queman. Algunas peninsulas a lo lejos enumeran
sus llamas.
El higo revienta debajo del neumàtico.
Y tambièn debajo de tal neumàtico en el interior
del sonido
emerge una palabra que
es sintètica y en princpio es dada sòlo a las percusiones.
-¿ Serà por ello primitiva?-
En el viento -no sabemos còmo- crece un pulmòn.
Las guitarras hacen transbordos.
Las definiciones llegan a los zoologicos, pero no
son las que aguardabamos.
Aquì a nuestro lado miles de objetos
quedaràn desnudos.
La brisa posee una composiciòn quimica.
Un trebol de espadas.
La perspectiva virreynal de un cocodrilo.
Un epicentro colonial dentro de una medalla
de sienes.
De megaterios.
De fondos epidemiològicos donde se esparce un
algebra.
Llena de equilateros.
De izares que unen teleologìas.
O viven inutilmente esparciendo solares
comunicaciones en la arena.
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