viernes, 2 de junio de 2017

El Final de Universo







Hasta la entrada de la galerìa deben separarme unos
cincuenta metros.
En esos cincuenta metros hay puestos de artefactos 
electrodomesticos y ropa.
En ellos la gente atiende y todos llevan una mandarina en 
sus manos.

En realidad no sè si sean exactamente cincuenta metros.
Puede que sean menos, puede que sea màs.
Mi vista- como ya lo hizo otras veces- puede engañarme.

Entre la gente que habita esos puestos hay uno o dos seres 
que poseen una mancha de plastilina en el rostro.

-hay un tercero que la tiene en la espalda-

Nadie fuma, hasta ahora nadie fuma.

A la entrada de la galerìa de este centro comercial me separan
siete cuchillos y una constelaciòn de porcelana.

Los sabuesos que habitaban los pasadizos se han ido detràs
de los pabellones y mejillas.

Dios ha quitado los subtitulos en las frentes de esos sabuesos.
Y tambièn les ha quitado sus reencarnaciones.

El molino juega distraido en sus helices.
El cuadrante boreal duerme sobre una zapatilla de licra.
El vidrio inunda sus sistema con aquello que resta
de un perihelio.
Son tan pocas cenizas en realidad.
Cuesta creer que sean suficientes para el vidrio.

Cuesta creer que seabn suficientes para inundar un 
perihelio.

Es ademàs tan extraño.

Algo asi como le hecho de que una raìz avanze hacia la
superficie desde lo profundo de la tierra.

A esa raìz se le ha dicho que sòlo avanzando hacia la
superfice

se darà inicio al final del universo.








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