domingo, 5 de octubre de 2014

Poema






Hemos definido el amor en el agua por la manera
en que los oceanos duermen junto a la tradiciòn.
Sentados frente a ella, hemos observado en sus
idolos el simulacro con que una aguja
describe los baluartes de un animal frente a una
brizna, compuesto de sabanas. Todas en 
absoluto acuaticas.

Conceptuado la fila de cipreses.
El deterioro de los cardos donde extraños juguetes
transportan entendimientos de helio: esos con
los que elevaban al cielo algunas cosas.
Asi tuvimos una pagina
en la atmosfera
ascendiendo con reglajes de lluvia, alguna vez detràs
del invierno. Asi tuvimos una libelula de liquidas
esquinas y faunas de agua en los
oleajes donde el barro, nos recordaba
silenciosamente sus celulas.

Una era de hidrògeno.

Hasta aquì nuestras definiciones por el amor o los
sueños de agua conforman ese cansancio abierto entre los
pasos, con un pigmento tembloroso de huellas. Ya
no quisiera estar en ellas.

Hasta ahora, porque llegado ese momento, cada 
quien define.

Yo defino el amor por los àrboles o los santuarios.

Por los templos en los acantilados donde aùn
vagan los dioses.

Yo cierro los ojos para que me hable entre
heliotropos.







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