viernes, 3 de octubre de 2014
El Amuleto de la Palabra
Conocemos los nombres y en ellos el significado.
El ritual del lenguaje en el momento de llegar a los signos.
Sabemos de dios porque no necesariamente existe la
idolatra. Prueba de ello es lo divino. Respondemos
a lo divino con un naipe cuyo destino vuelve a
destruir la belleza. La belleza se destruye cuando
es coronada de antilopes. Eso lo afirma tambièn
un daguerrotipo flanqueando el antimonio.
Escribimos en los minerales con frutos llegando
desde la porcelana. Silueteamos las sienes donde ese
aliento es practico como un evento de verano a solas
con el sol y la tibieza, con sudor de cinismo
y barcos que son empujados en el
hemisferio por los asteroides.
Recogemos la fotosintesis y llevamos historias
de plancton mientras la noche escupe solitaria en uno
de los verbos hasta encontrar verdugos y cosmogonìas.
Nosotros amamos tales verdugos en la palabra.
-en el fondo son amuletos-
Es la condiciòn para que vibre una cosmogonìa.
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