jueves, 2 de octubre de 2014

Poema








Y entonces se formó un manantial. Al cuerpo
imaginario sobre el agua le sucedió el real.
Los hechos de fantasía entre la superficie
fueron trasladados por los objetivos
hacia un mundo de espuma y crestas. 
Nuevamente
contemplábamos.

Nuevamente témpanos de sensibilidad
en cada uno de nosotros.
Otra vez los dragones sobre una luz de hierro en 
el horizonte donde los brillos dejaban cosas legendarias
para una casa
 -a ellos nos enlazabamos-
para un ladrido encerrado en
cualquier racimo, para la ilusión donde un puerto
advierte en la individualidad 
los mensajes pasajeros 
del candelabro. Y la curiosidad del aceite en los
labios mientras la pronunciación 
es sagrada como
los estuarios donde algun día los muelles
sueñan despertar otras raices, otros espejos con que
mirar los epitafios donde lo imaginario deja a la fantasía
suceder a lo real.

Y algo imaginario como un manantial nos
encuentra.

Desnudos y misteriosos en
su dialéctica.



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