lunes, 16 de septiembre de 2013

Tras-Herencia Cultural






Por mi herencia cultural, no puedo objetar
algunas cosas de mì, eso es objetivo.

Pero mi herencia, no es sòlo cultural ni herencia
propiamente dicha, aquì hay mucha herradura.

Y sin haber tenido un caballo me veo obligado
a buscar un equino; un tridente en su hocico,
completa la figura.

Alguien me dijo ayer quer debìa ser religioso
pero un oso no se religa facilmente.

Primero debe saber de geografìa y de planos
sobre todo ortopedicos.

De anorexias y helices de espantapajaros,
sumemosle acupunturas.

Debe conocer poesìa y coyunturalidad; este 
termino es sòlo cacofonico.

-Es lamentable que esa estròfa suene a ello,
es lamentable-

Debe escribir justo en la hora en que la
punta se mezcla con un reloj. Bueno,
llamemosle clepsidra.

Sumar a estas casi aptitudes requiere màs 
de una iglesia.

Un sabor a tambores quizà, uno a lizos 
titanios.

Un oso debe recordar la inteligencia, cuando
no tiene nada que perder.

Ella lo acerca al mitòn.

A la boina y la oraciòn en su cueva.

Sabe bien que hay que persignarse
-a veces hay que aparentar ciertas cosas-
y no se necesitan amuletos ni plagas
no es necesario ir al mohin
ni al desanfado con 
perfiles de gangrena.

Por mi herencia cultural màs que sinònima,
no es importante si ambas no
logran conjugarse. Y de ser
asi...

Lo ùnico que queda es seguir buscando
una posiciòn en la marea.

Y como todo poema llega.



Guillermo Paredes Mattos



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