martes, 10 de septiembre de 2013

Entonces la Palabra






Formas descendiendo del vientre del
caballo: unas convertidas en àrboles,
otras buscando el purpura. El tridente
junto al azafran. El martillo al colapso.

Formas buscando siglos. Banderas en
ellas con sigilo creaban universos de 
intimos lugares para la iniciaciòn de
los gnosticos. Centenarìas rutas de mimbre
viajaban al fìn. Literaturas de dios decìan
entre la providencia que un pàramo es
implicito al cruzar actividades de fonemas
y terrestres literaturas. Desde otra proporciòn
las saetas eran tambipen sargazos. Antiguas
oscilaciones de espuma donde la cresta
se batìa con la punta de una ola.

Seguramente el vidrio quemaba arcanos
conventos de forajidos y un pliegue dormìa
entre faroles de prendas con la ilusiòn de 
quien retoza. Gravitatorias anguilas
cedìan religiosas en recogimientos
de azucenas como el timpano del oido.

Con ello sugerìamos pedazos de tumbas,
una necropsia, la biblioteca del làtigo
donde la inspiraciòn cubrìa de sortilegio
lo verosimil.

Entonces llegaste a ese momento. Y
ajeno al sentmiento o las castas
fuiste el rudimentario ser de ti mismo
en el cobre. Creciste en piedades de hierba
y follajes de escarlata segaron hecatombes
de acrosticos; idiomas de cicatrices
con ritos siniestros de goletas. Birremes
que hoy labran en una cimitarra
el grial del entendimiento en las constelaciones.

En todas las galaxias. Desde todas centellas 
el universo lo anunciaba...

Las trompetas y los presagios ya habìan
devastadose...

Era el momento.

Y entonces llegaste a la palabra.


Guillermo Paredes Mattos

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