miércoles, 25 de septiembre de 2013
El Oceano y los Hombres
Vì un poema junto a una republica,
estaba solo.
Màs allà ciudadanos de veste repelìan
solsticios como la alteraciòn
y el estadìo. La curvatura
y el suspenso
del oceano en las manos
me acercaban a ellos.
-no conocìa territorios entonces-
El mar oscilaba en mi corazòn como
ahora. Conjugaba,
tenìa una poesìa hecha de crestas
y runas desprendiendo de las olas
un devenir como el sentir o la inmitidad
de una reencarnaciòn
sin prudencia,
tomando yescas e incendios
para enfrentar a los hombres.
Una reencarnaciòn sin escrùpulos...
-Eso parecìa-
No lo entendìa.
Pero el espìritu del pielago, sì.
Era la unica manera de vestirse
con tùnicas que llegaban
de la arena.
Ese lugar formando eternamente
desiertos
Al que no llegan los hombres.
Guillermo Paredes Mattos
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