martes, 17 de septiembre de 2013

La Longitud y la Magnitud







Tengo una opiniòn, proviene de la magnitud.
Hay otra, llega del hado. Es posible que el hado
sea un lagarto desgastàndose entre sobrevivientes
pero hay que nombrarlo con la evidencia
desquiciada de un hombre.
De un hombre en mi alma lleno de alarmas
y saltos contiguos.
Un hombre lleno de continentes y temporadas
de azufre
cuando los acidos oran al lado de una grùa
y pasajeros de expedientes
conceptuan el opalo de la coartada
entre juicios marinos.

Poseo un alfabeto
en èl, los signos no terminan de encontrar
su horoscopo
y buscan el tatuaje de mis ojos,
la disciplina de mi barbarie; equinoccios
que el atardecer transforma en ànguilas; frases
de ofertorio y siniestras barajas apiladas por
un vellocino sin cumbres, dramatizan aùn en el arpòn 
que alguna vez aconteciò en ellas,
con el hecho de una maqùina verosimil
impreganada de asfalto o sinòpticos
tallos de albumina. Con el manifiesto ruin 
que quiebrase en el verso, sea o no
con el verbo camino de la melodìa
o el verano.

Tengo una idea, a veces es sòlo longitud.
Marisma horizontal.
Montañero de coral o acuario
en las invisibles campanadas
de un pètalo.

Esas que oimos como un llamado
para ser alimentados.

Rodeados de profecìas como 
la tierra.



Guillermo Paredes Mattos

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