lunes, 16 de septiembre de 2013
La Luz Nerviosa
Y el sol
como una gran
iniciaciòn de armonìa
en las corolas.
Un sol con vestigios
de haber soplado en el hierro
y haber uniformado de
hàlitos, segùn la estaciòn
a las horas
hasta encontrar un color
para cada una.
Segùn ello ya no podemos adivinar
que tremante traerà
un ocaso; siempre serà rojo.
Esa es la ùnica fogata para
nosotros.
El pinaculo de la inspiraciòn
cerrando los iris
a un retrato.
El mensaje del algùn craneo
uniendo visiones
hipodermicas
como un enjambre
de figuras que
bajo la piel
llegaron a esa serenidad donde
desenterrar un instante
es sinuoso,
donde abrir las puertas
de un talento
puede ser el dejo del
equilatero camino
del invernadero.
Ese sol de dejeismos
Ese sol
como un gran montaje
de fortunas
y escenicos monasterios
de grabados.
Ese
desaliñado y viejo
anciano puro cuando siempre
es tarde, desierto de
unciòn contaminada.
Para ti sòlo
poseo una hoja de nitrògeno,
una desiciòn de turbinas
un cigueñal
como el silencio.
Bajo ese silencio se evocan
maravillosamente
sòlo esquinas.
Paraderos de agua y autobus
como la cruz del alga
en la mirra del
puercoespin
besando un rostro.
Un rostro interpretado por
una membraba de
pustula
en sus sìmbolos.
En uno de ellos no habìamos
leìdo nuestras lìneas.
Ni el poema donde
baja hacìa el
oceano
el misticismo
de una luz
nerviosa.
Guillermo Paredes Mattos
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