martes, 12 de septiembre de 2017

La Danza de los Espejos






El oceano descansa sobre una palabra.
La orilla es un pliegue de carne convertido en arena.
Allì descansan otros muertos.

En los medanos las figuras recorren sus àngulos
con un extraño vilo. Uno que cala en la memoria.
Uno que llega de lo reciproco. De nuestra sed.
De aquellos itinerarios y cronicas que
esparce la existencia en un puerto.
Un puerto donde se reencarna a veces una luz animal
como la nuestra.

Errantes fotosintesis y planos de agujas.
Castillos de huesos debajo de una alambrada.
El sol en el espacio con una curva iridiscente y luego
un territorio de puertas. El verbo vuelve
a empujar una de ellas.

El oceano descansa sobre una palabra.
En los jardines los tatuajes llevan un nombre descrito
por la locura.

La ley es azul y cinica sobre una enciclica.
Los cabellos de una nutria la humedecen contra su 
boca.

En la humedad del aire son errantes los sistemas.
Las planicies con un borde.

El ejemplo de una nave es marginal ahora que
a la deriva camina entre la oscuridad de los àrboles.

Una oscuridad llena de circulos.

Donde danzan los espejos.







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