miércoles, 6 de septiembre de 2017

Llamado





No habìa conocido ese lado de la realidad.
El angel que seguìa a las hojas despuès de la lluvia.
El viento enquistado en una uña con un color rojo.
El mar policromo regado de uvas.
El plano iridiscente por el cual llegarìa a una rama.
A un vacìo.

Y la forma del caos en una bahìa.
Recogiendo omoplatos de arena a cada momento.
Tomando palabras de un lampo como se hacen en ciertas
reencarnaciones, cuando el olivo queda encerrado
en un acertitjo. En un tatuaje.

Y luego el himno con un monòlogo de vidrio en la piel.
Llevando expediciones de complices y rehenes.
Dirigiendo conjuntos de escarchas que toman una porciòn
de la voz. Un ritmo inèdito de una ciudad en la
cual alguna vez llegaron al ensueño los 
vagones. Las barbas.

Las mechas dormidas en los senos de una bujia.
Las bicicletas con rigones que ensartaban infinitamente sus
circulos entre lo luminoso.

Y desde esa luz nos llamaban.




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