jueves, 14 de septiembre de 2017
A la Altura del Sueño
A la altura del sueño ves el arco.
La playa con una arruga diferente en el lugar donde
golpea la ola.
Esta mañana esa playa conduce el nombre de la
orilla. Pero no es posible oirlo. Creo que se necesitan otras
calles. El lenguaje de otros tenedores.
Marcos anfibios de helechos ahora que duermes.
Que caminas debajo de un tambor con la misma electricidad
de un paraguas.
Con los mismos acertijos que ondean en un tatuaje.
En una cabellera donde vibra el plomo.
Y los planos son ardientes a lo lejos en un cometa.
De una bengala que pasa por allì.
Allì donde los girasoles preguntan.
Donde los circulos posponen su llegada a los hombres
y en el enves de una ciudad son propuestos
el color del ajo en el martillo, la estructura de un reloj
en el puerto lleno de misteriosas caminatas
que no siempre llevan el tiempo.
Las caminatas llevan basicamente escamas.
Reptiles transparentes.
A la altura de una cigarra.
De un pergamino que la espuma coloca en los brazos.
De una caida hacia este interior de la gravedad
que sin embargo no nos deja màs sorpresa que aquella
donde nos mantenemos fijos a un puente.
A una amapola.
A un sentido del vidrio en los ojos de un gato.
O las columnas con sus idus de porcelana
mientras el rìo adquiere su proporciòn en un trapo
y el hecho es coherente como el oxigeno encerrado en
un himno. En las circunferencias de un lago.
En esas camisas todavìa apodicticas por
las cuales gira una manzana.
Enfebrecidamente.
Hacia una veleta de sangre abierta por el paraiso.
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