miércoles, 27 de septiembre de 2017
El Espìritu de los Eslabones
Nunca supimos de la llegada de las quimeras.
Las vimos alguna vez en las hojas.
En las serpientes que mordìan las venas de una
palabra en los ojos.
Oscilaban entre la luz y las siluetas de los
tempanos. Cifradas por las corrientes de toda intemperie.
De esas temporadas donde el vacìo inclina un
femur. Una cigarra.
Entre los pàjaros y habitaciones que dormìan sobre
una columna de aire oprimida por el corazòn de la brisa.
En las mochilas de agua.
En los sacerdotes que conjugan el vidrio por la noche
y lo hacen agitando una antorcha en
su pubis.
Un sol de magnesio.
Nunca las conocimos como esta superficie por ejemplo
donde las raices del àrbol emergen entre
el follaje luego de atravesar la tierra.
Algunas eran como barcos de madera.
Algunas de las quimeras eran como nocturnos vacìos
donde las imagenes eran desfiguradas.
O el mar cubrìa el perihelio infectado de astillas.
De escrùpulos azules segùn una axila.
Segùn los mensajes de una lechuza que viaja entre
la noche.
Navegando hacia el espìritu invisible de los
eslabones.
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