lunes, 4 de septiembre de 2017

Igual que el Corazón





Antes de esta cavidad.
De la sal en los labios con una intemperie.
De las estelas que son por un instante un camino en la
humeda orilla que deja la marea.

Un día antes del nihilismo en la lluvia.
De los pedazos de corcho en el aire llenos de hilos.
Del universo que arranca una costra a los automoviles
y la levitación de los peciolos. Un día o esa
aurora con cascaras de platanos en
las escaleras.

Cuando de los sigilos emanan vestigios luminosos
como las legañas y es indiferente el camino por donde nos
llevan las ideas, porque basta que de ellas se desprenda un solo 
pensamiento con el que sostendremos una mañana.
Un mediodía. Los colosos que parecen llegar
por la tarde escondiendo en sus ojeras
los telescopios de la noche.

Mientras el oceano reverbera en los pedazos de un cisne.
Y la piscodelia del horizonte escapa por un
velero de agua repitiendo en los baules que el trigo
es una lamina donde se imprimen
figuras de dromedarios, frondosas y arcanas
como un paraguas.

Como un estertor o un lipido.
Igual a una densidad que trota por las reliquias
inspirada por idus sobrenaturales o marrones. Cubiertos
de enjambres iguales que una entraña violeta.
Que un itinerario donde muerde
un solar
su equidistancia extasiada por los tallos.

Por los yelmos que dejan de cubrir los talones.

Porque su vida está desesperadamente unida a un pecho.

Igual que el corazón.








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